
Uno de los gravísimos problemas al que se enfrenta la industria de la construcción en nuestro país, es el agotamiento (que lo más apropiado sería decir: ANIQUILAMIENTO) de los mantos arenales en las riberas de los ríos, de los cuales, por sus excelentes cualidades han sido extraídas durante cientos de años millones de toneladas de arena para la construcción de edificios, residencias, viviendas, calles y carreteras para conformar lo que ahora son pueblos y ciudades.
Y como el “progreso” y crecimiento de éstas no se puede detener; y en virtud de que la arena de río es un recurso natural no renovable; es decir: en extinción, la industria de la construcción ha optado por suplirla con un material terroso al que ellos le llaman “arena”, pero que en realidad… ya es vil tierra.
Afortunadamente los que se dedican a la construcción tienen como complemento ése que ha sido uno de los más maravillosos inventos del hombre: el cemento. Sí, gracias a este material se ha logrado ocultar las deficiencias y la ínfima calidad de la “arena” terrosa con la que actualmente se siguen erigiendo casas, edificios, calles y carreteras…Aunque, obviamente, con una calidad mucho muy inferior a las antiguas construcciones y que, al paso de un tiempo relativamente corto, reflejan las consecuencias: cuarteaduras, desplomes, hundimientos, etc.
Bueno; ¿y a qué viene todo este rollo?. Pues a que recientemente Teresa Rojas Ortíz, presidenta del Consejo Ciudadano del Centro Histórico y Patrimonio Edificado en Puebla y los miembros que forman este Consejo han denunciado que “la mala calidad en las obras de “dignificación” del primer cuadro de la ciudad es el resultado de la pésima planeación en los proyectos” llevados a cabo bajo la administración de la alabastrina presidenta Municipal, Blanca Alcalá Ruíz.
Más aun, al descalificar las obras que se realizan, Rojas Ortíz advirtió que en el primer Encuentro de Consejos Ciudadanos de las Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial convocará a que la ciudadanía contribuya en un diseño eficaz para la zona del Centro Histórico del municipio de Puebla. Y exigió, además, la operación del Plan Parcial para el Mejoramiento del Centro Histórico que ayude a la resolución de los problemas de fondo: “Lo primero que queremos es que se ponga en operación este plan, con el fin de evitar que los proyectos no se hagan sacados de la manga, improvisados y no planeados. En cuanto éste empiece a funcionar las acciones tendrán que seguir las líneas marcadas siguiendo las estrategias a corto y mediano plazo”.
En resumen Rojas Ortíz coincide con los poblanos que están preocupados por lo que realmente el H. Ayuntamiento está haciendo en el Centro Histórico: obras mediocres.
Y “para muestra, basta un botón”: con 50 paladas de esa tierra que ellos llaman “arena”; un bulto de cal y sólo medio bulto de cemento (25 kilos). Sí, así como Ud. lo lee: medio bulto de cemento, se producen cerca de 300 kilos de material base (3 carretillas) para asentar el cuadrado roñoso como aplicación final para “hermosear” la calle.
Sin necesidad de ser erudito en la materia, utilizar sólo medio bulto de cemento para cubrir una extensa área de la calle por la que durante años circularán cientos de miles de pesados vehículos, no sólo se nos hace ridículo; sino increíble, estúpido… y temerario.
Así las cosas y tal como ha sucedido con las banquetas que se colocaron en el centro histórico en la administración de Piña Olaya, y como dicen en mi pueblo: “no tardando”, los poblanos veremos las consecuencias de señalamos en este espacio…
¿Y a todo esto? ¿Qué ha hecho el INAH y los organismos protectores al respecto?